La viuda al pie del Cristo
Tandil, Buenos Aires, Argentina -.
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| Actores del Teatro Estable de Conesa representan la comedia Las Garibaldis, en la escena del velorio. |
Tras la experiencia del sube y baja, al otro día en Tandil el cerro del Cristo nos traía otras sorpresas bajo las piedras. El lugar en cuestión esta en la zona del algo del fuerte, así que llegar no es muy complicado. A pesar de eso, el que parecía especialmente emocionado era Alejandro, tal vez porque era un milagro haber saldo del estacionamiento, tal vez porque era la primera vez que el 12 salía de San Nicolás con él como conductor.
La imagen del Cristo blanco con un brazo extendido a la ciudad como bendiciéndola, obra del artista Fernando "Tirso" Pavolini, se destaca desde lejos recortándose contra el azul del cielo. Supe después que la estatua tiene unos 10 metros de alto y que el previo perteneció a al comunidad salesiana del lugar. Es este uno de los recorridos por lo que Tandil es tal vez, considerada buena opción para escapada de Semana Santa dentro del circuito de turismo religioso.
La subida no es muy empinada pero los lugares de descanso ayudan bastante cuando se pone para arriba la cosa. Sobre todo por que lo que si escasea vienen siendo los árboles que podrían dar algo de reparo en el recorrido pero que no están.
No nos llevó demasiado tiempo llegar a la base de la imagen. Pero mientras se asciende la vista es muy bella y los animales que se aprecian (tanto aves como un suirirí y el carpintero campestre, como también mamíferos pequeños como una familia de cuises) hacen la subida entretenida ya que distraen constantemente haciendo el esfuerzo algo más bien anecdótico.
Y entre anécdotas no puede dejar de mencionarse que fue allí donde nos encontramos con un interesante y diminuto arácnido negro con una mancha roja con forma de reloj de arena en su abdomen que solo por la descripción ya habrán todos identificado. Si bien, la viuda vestía de negro y tenía una radiante marca roja, no era esta su labial fatal para besar. No, no era la de Avengers ni las de las leyendas argentas.
Precisamente al pie del Cristo nos encontramos por primera vez con la viuda negra. Nada de mujeres deambulando pasada la medianoche por puentes, caminos y senderos solitarios para espantar hombres infieles. Esta vez, simplemente mi compañero tuvo suerte con sus pesquisas. Alejandro y su manía de andar levantando piedras buscando bichos, pues bien, finalmente halló algo más que mérito en la tarea. Bajo una piedra distraídamente iba la viuda con su marca roja inconfundible caminando, tal vez, incentivada por el calor que estaba rozando las horas del medio día en verano, en busca de comida. Así que como recomendación, diría la de no andar sentándose sobre las rocas, no sea cosa de aplastar a la pobre viuda que ya demasiado tiene con su estado civil.
Nosotros decidimos no molestarla, esa era su casa y nosotros los invitados, así que con precaución volvimos a colocar la piedra en su lugar después de fotografiarla.
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