Nos los viajeros
Del por qué de Argentina para todos -.
Este no es más que un pequeño preámbulo para presentarles, nuestro
hermoso país; el mismo que antaño fue asociado a la riqueza de un río y los
metales preciosos a los que debe el nombre Argentina (del latín, argentum,
“plata”). Tal es así que en 1776 el nombre del territorio se oficializó como
Virreinato del Río de la Plata. El río en cuestión, es el que en 1516 Juan Díaz
de Solís denominó Mar Dulce, llamado también río de Santa María dónde estaría
el puerto al que le puso letra Gotan Project largando un bello tango llamado “Santa
María del Buen Ayre”.
Tal vez, porque no se equivocaron tanto los conquistadores… porque
si es tierra de inestimable riqueza: tierra sembrada con sueños y regada con la
sangre de la gente que la habita generación tras generación. La riqueza está en
la gente. Los invito a enamorarse de ella. Déjense acariciar por las
nostálgicas notas de un bandoneón y que juguetón los arrastre por los intensos
colores del norte, que el viento los empuje por las montañas y los pasee
suavemente sobre los campos de trigo y los deje sobre algún barco en el mar;
donde uno entiende finalmente, que el cielo está en la tierra al mirar el
horizonte donde se abrazan. Paladeen el vino puntano y tomen mate con algún que
otro “yuyito pal amor”, como dicen los cordobeses. Los sabores embriagan y cada
provincia tiene el suyo propio.
Por eso la invitación es a conocer Argentina desde adentro, desde los
humildes ojos de quien escribe y no deja de mirar como niño a su alrededor.
Esta es mi experiencia caminando desde el día que decidimos, junto con
Alejandro (hoy mi marido y quien esporádicamente contará su versión de los
hechos aportando al blog), recorrer nuestro país provincia por provincia.
Veintitrés latidos e infinidad de historias que se presentarán
ordenadas en la página Argentina, bajo el subtítulo de cada provincia. Ardua
tarea que no se agota en esta descripción, que no es guía de nada ni pretende
serlo. Siempre queda un pueblo más por tocar, una especia que probar o alguien
con quien hablar. Escribir sobre ello es la invitación a todo viajero que tenga
ganas no solo de vacacionar, sino de abrirse a otras formas de encarar la vida.
Porque la afirmación es cierta: no hay una sola forma de vivir la vida, o una
correcta. Te vas dando cuenta cuando por ejemplo, ves que si bien somos todos
argentinos, en algunas regiones se sienten más identificados con nuestros
hermanos limítrofes que con la vedette bonaerense. Y digo así, porque ante
tanta diversidad, no deja de darme mucha pena que se pierda la riqueza y el
valor de lo regional, entre las fauces de ese monstruo capitalino, que vestido
de cosmopolita nos da pasaporte como ciudadanos del mundo. Es tan hermoso como
voraz, es innegable, pero no es ni mínimamente representativo de la identidad
argentina. Decirlo y afirmarlo, sería negar la luz y los colores del resto de
las provincias que arman el gran rompecabezas Nacional.
¿Por qué empezamos por casa la aventura? Justamente para romper la
lógica del ser Nacional y rearmarla con las manos de lo regional. Porque con el
tiempo uno se da cuenta que viajar es como abrir el ropero y sentir que no
tiene nada para ponerse. Todo está ahí, pero el desorden es tan grande que
sencillamente no vemos lo que buscamos. Entonces, no queda otra que ponerse a
ordenar y empezar a ver como por arte de magia aparecen las cosas de siempre, y
alguna u otra cosita que ni sabíamos que estaban.
No es más fácil empezar por lo propio (a fin de cuentas el desafío
que representa alejarse por un tiempo de la zona de confort es igual de grande
para quien nunca lo ha intentado); pero da menos miedo y confío que en la
medida que se va agarrando experiencia, el afuera se haga cada vez más cercano.
Pero mientras ese momento llega, disfrutemos de descubrirnos a
nosotros mismo. Por eso, ¡Argentina allá vamos!

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